Rojas, jugosas, dulces, un poquitín ácidas, grandes y pequeñas, siempre deliciosas… ellas son las frutillas.
Podemos consumirlas frescas, en dulces o jaleas, con miel, en ensaladas de hojas verdes, en licuados y postres, combinadas con quesos de campo y, por qué no, en desayunos y meriendas junto a una rica granola casera.
Las frutillas están en todo su esplendor y nos traen un montón de beneficios que podemos aprovechar mas allá de su exquisito sabor.
Su alto contenido de agua las convierte en aliadas a la hora de mantenernos hidratados y, si vamos a consumirlas como jugo o en algún licuado, recomiendamos hacerlo dentro de la primera media hora de preparada la bebida, para que aún conserve todo su contenido de vitamina C.
Es también gracias a su alto índice de vitamina C que las frutillas son recomendadas a todos aquellos que sufran de anemias ferropénicas, ya que favorece a una mejor absorción del hierro en sangre.
Por la presencia de betacarotenos, otra de las virtudes que posee la frutilla es su capacidad antioxidante, inhibiendo la proliferación de radicales libres y mejorando la calidad de nuestras células.
Siempre lo ideal es poder consumir la fruta de temporada, orgánica o agroecológica, fresca, lavada y cruda, ya que de esta forma conserva todos sus nutrientes intactos. O podemos comprarlas en cantidad, para abaratar costos, y luego freezarla o preparar conservas caseras de buena calidad.
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