lunes, 26 de marzo de 2018

NUEVAS VIEJAS PALABRAS

Problemática, entreno, puntaje... Son algunos de los "errores correctos" que recoge el filólogo y lingüista Alberto Gómez Font en su libro del mismo título, recientemente publicado por la editorial Pie de Página: un recorrido por palabras y acepciones que, para sorpresa de muchos, tienen su lugar en el Diccionario de la Real Academia.
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Por ejemplo, la mencionada 'problemática'. Hasta 2001 estaba admitida para calificar una situación o una persona complicadas –es decir, como adjetivo–, pero no valía si nos referíamos a un conjunto de problemas. Desde entonces, puedes decir o escribir tranquilamente "la problemática del mercado laboral" en lugar de "los problemas del mercado laboral". Igual ocurre con 'entreno', tan oficialmente acertada como entrenamiento; 'puntaje', que fue admitida por la Academia con el significado de puntuación también hace diecisiete años; 'puntual' con el sentido de ocasional; 'bizarro' con el significado de raro o extravagante; o 'patrullaje', la acción y efecto de patrullar.
Pasa lo mismo con muchísimos verbos: 'concretizar', 'dinamizar', 'influenciar', 'explicitar'... Y dos palabras más que, probablemente, creías erróneas: 'habitacional', un término que nos sonó fatal hace unos años cuando los políticos empezaron a proponer unas soluciones habitacionales para explicar el recurso a viviendas pequeñas y asequibles –consiguió hacerse un hueco en la 23.ª y última edición del Diccionario, en 2014–; y 'gaseoducto', nombre que con el tiempo se ha ido imponiendo a 'gasoducto', aunque ambos pueden emplearse.
Y una última curiosidad: 'decimoprimero' y 'decimosegundo', ordinales admitidos desde hace solo tres años. Porque hasta ese momento, los términos ortodoxos eran 'undécimo' y 'duodécimo'.
Experto en crotalogía
El 'crótalo' es, según el Diccionario, un antiguo instrumento de percusión, de madera, barro cocido o metal que se ataba o enlazaba a los dedos de la mano y que se hacía sonar con su movimiento.
Hablamos del antecesor de las españolísimas castañuelas, que en distintas zonas del país reciben otros nombres: 'palillos', 'castañetas', 'chácaras', 'castanyolas', 'terrañuilas' y, en muchos lugares, 'crótalos'. De hecho, la ciencia que se encarga del estudio de las castañuelas se denomina crotalogía.
En su versión con pequeños platillos de metal, el viejo instrumento sigue puntuando algunos ritmos árabes, turcos e indios, y también se conoce como 'chinchines'.
Y por último, son crótalos asimismo las venenosísimas serpientes de cascabel. En este caso, el término alude a los anillos córneos en la cola del ofidio, que al agitarlos avisan de su peligro.



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