La palabra estrés significa "golpe" y tiene que ver con un agente externo que golpea al sujeto. En realidad, lo que sucede cuando se habla de estrés es lo que Selye describió como "síndrome general de adaptación". Tanto la mente como el organismo necesitan acomodarse después de ese golpe, a todo esto, se le llama síndrome general de adaptación, este proceso es lo que realmente le sucede a la persona cuando se habla de estrés.
Cuando una persona está estresada no solo está involucrada su conducta o su estado de ánimo, sino que, además, están involucradas áreas orgánicas que se relacionan con lo glandular, las hormonas o neurotransmisores y el sistema inmunológico (es por esta razón que vulgarmente cuando alguien está estresado se dice que "le bajaron las defensas").
¿El estrés es lo mismo que la ansiedad?
No, la ansiedad es una preocupación intensa, excesiva y persistente que produce temor en todas las situaciones de la vida diaria. A menudo, los trastornos de ansiedad se manifiestan con episodios repetidos de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror que llegan a su máximo en solo unos minutos (por ejemplo, los llamados "ataques de pánico").
La ansiedad, cuando se convierte en un estado crónico, es un predecesor del estrés, y ambos pueden pasar primero por una fase adrenérgica (liberación de adrenalina por las glándulas suprarrenales) y, luego, por una fase corticoide (liberación de cortisol por las glándulas suprarrenales).
Para poder entender mejor todo el cambio orgánico que se produce en el cuerpo a la hora de estar en estado de alerta, es necesario poder reconocer que el sistema nervioso central del ser humano está dividido en dos partes, por un lado, el sistema nervioso simpático, y por otro, el sistema nervioso parasimpático.
El sistema nervioso simpático es el responsable de prepararnos para la situación de alerta con sus reacciones de lucha y huida. Este libera adrenalina, y en ese momento se dilatan las pupilas para una mejor visión, aumentan los latidos del corazón, dilata los bronquios, detiene el trabajo del sistema digestivo (sería difícil para alguien comer o defecar cuando está huyendo), por lo cual disminuye las contracciones estomacales y las intestinales, y estimula las glándulas suprarrenales.
El sistema parasimpático es el que se pone en funcionamiento cuando estamos tranquilos, es decir, es el que nos ayuda a renovar energía. Cuando el sistema parasimpático está en funcionamiento, los latidos del corazón son más lentos, la respiración es mucho más lenta (recordá como ronca una persona, en el momento de descanso la respiración es muy pausada), y en este momento, el sistema digestivo se activa, por lo que se puede comer bien, ya que se activan las contracciones estomacales, el páncreas y el intestino.
Impaciencia y ansiedad vs. Estrés. (Foto: Ilustrativa Web)
Mitos y verdades sobre el estrés
1- El estrés es malo.
Esto no es una verdad completa. Es malo cuando una persona sufre de distrés de grado 5 o 6. De todas maneras, cierto grado de estrés es necesario para el buen funcionamiento del organismo, el eustrés es necesario para mejorar la calidad de vida. La clave se encuentra en saber cómo manejarlo, ya que en dosis adecuadas ayuda a que la persona se sienta más productiva y de mejor ánimo. Pero en demasía es nocivo.
2. El estrés nos afecta a todos por igual.
Esto claramente no es cierto, ya que como se expresó anteriormente, no son los hechos que rodean a una persona lo que lo estresa, sino su interpretación de los mismos. Por lo cual, dos personas, ante los mismos hechos, pueden tener interpretaciones diferentes, lo que lleve a una persona a estar estresada o no.
3. El estrés es exterior.
Esto está en relación al punto anterior, nada externo estresa a una persona, no pasa por un problema fuera de ella, sino más bien, de cómo interpreta esa circunstancia. De todas maneras, es claro que hay circunstancias que pueden ser mucho más inductoras a una situación de estrés, de todas maneras siempre va a depender de cómo cada persona lo tome.
4. Si no hay síntomas, no hay estrés.
Si a una persona no le duele la cabeza o si no se siente agotado, no significa que no sufra del síndrome general de adaptación. Cada persona recibe el "golpe" de una manera diferente, por lo que puede suceder que en algunos la respuesta se dé de formas más sutiles, lo que no significa que esté bien. Además, muchas personas suelen tener más rápidamente síntomas externos y otras personas, síntomas internos, por lo cual cada respuesta al estrés es diferente. En esto es importante aprender a leer el propio cuerpo y ver en qué situación se encuentra.
5. Comer y beber demasiado bajan el estrés.
Muy al contrario, querer escapar de este problema con bebida o comida en exceso solo lo perjudican. Hay algunas comidas (chocolate, helado) que pueden producir una sensación momentánea de placer, de todas maneras es momentánea y hacer esto en exceso es realmente perjudicial.
Joven estresada. (Foto ilustrativa)
Síntomas de estrés: consecuencias en el cuerpo y en la conducta
Los síntomas del estrés pueden estar afectando la salud de una persona, aunque no se dé cuenta de ello. Quizás se pueda pensar que una enfermedad sea la culpable del dolor de cabeza persistente, el insomnio frecuente o la disminución de la productividad en el trabajo. Pero, en realidad, es probable que sea el estrés el que causa esto.
Los síntomas del estrés pueden afectar el cuerpo, los pensamientos, las emociones y el comportamiento. Saber identificar los síntomas comunes del estrés ya es un gran paso para poder manejarlos. Si no se controla, el estrés puede desencadenar muchos problemas de salud, como presión arterial alta, enfermedades cardíacas, obesidad y diabetes.
Efectos comunes del estrés en el cuerpo:
Dolor de cabeza
Tensión o dolor muscular
Dolor en el pecho
Fatiga
Cambios en el deseo sexual
Malestar estomacal
Problemas de sueño
Efectos comunes del estrés en el estado de ánimo:
Ansiedad
Agitación
Falta de motivación o de concentración
Agobio
Irritabilidad o ira
Tristeza o depresión
Efectos comunes del estrés en el comportamiento:
Comer en exceso o comer poco
Arranques de ira
Abuso de alcohol o de drogas
Consumo de tabaco
Retraimiento social
Hacer menos ejercicio
Por Lic. Flavio Calvo*
*Calvo es Licenciado en psicología, docente, tallerista y autor (MN: 66869).
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