La importancia de la colorimetría en nuestro carisma e impacto interpersonal es crucial. Puede marcar la diferencia entre transmitir confianza a la persona que tenemos delante, parecer sano y atractivo o todo lo contrario. No impactamos de igual modo en una presentación de negocios, por ejemplo, si ese día tenemos mala cara o parecemos cansados. Y esto es trasladable a cualquier otro contexto social.
Sandra Burgos, pedagoga, especialista en liderazgo emocional y autora de ' Tú dejas huellas', explica que, técnicamente, el color es la impresión que producen en la retina los rayos de luz reflejados y absorbidos por un cuerpo, según la longitud de onda de estos rayos. «A nivel práctico, lo que esto significa es que el color depende completamente de la luz.
Si en un espacio no hay luz, tampoco hay colores y, si la hay, los colores se verán alterados por cuestiones como la intensidad de la luz o su tono (el hecho de que sea más cálida o fría). Si la luz es extrema, nuevamente deja de haber colores, pues veríamos todo blanco».
En función de tu tono, saturación y valor (aspectos que puedes observar en tu piel, tus ojos y tu cabello) y de algunos detalles complementarios, hay determinados colores con los que parecerás demacrado, enfermo o desfavorecido. Por el contrario, hay otros colores que dan luz a tu rostro, jovialidad y buen aspecto.
La colorimetría, en el ámbito del asesoramiento de imagen, es la ciencia que estudia todo esto. «Estudia la percepción física del color y aporta una guía para tomar decisiones que nos ayuden a impactar positivamente con el uso de los colores en nuestra imagen personal», expone Burgos.
La teoría de las cuatro estaciones –apunta la experta– divide a las personas en cuatro categorías en función de su combinación particular de tono y valor. En base a esta clasificación, tenemos personas a quienes les favorecen los colores cálidos oscuros (otoño), cálidos claros (primavera), fríos oscuros (invierno) o fríos claros (verano). «Los nombres de las estaciones son únicamente una analogía con los colores más representativos de cada momento del año», señala Burgos.
Sin embargo, empezó a verse que en esta clasificación el margen de error era considerable, pues dentro de una misma estación era habitual encontrarse con que una buena cantidad de colores no sentaban del todo bien a ciertas personas.
Entonces surgió la teoría de las doce estaciones. «Se trata de una clasificación mucho más precisa que incorpora el tercer elemento del que dependía ese margen de error en la clasificación previa: la saturación», comparte Burgos. «Ya no sólo nos vamos a fijar en que una persona tenga un tono natural más cálido o frío y de si le favorecen más los colores oscuros o claros (valor), sino que también vamos a observar aspectos como la uniformidad, la solidez, la intensidad».
Todo esto determina la saturación de los colores que más favorecen a cada persona. «De este modo, una persona primavera brillante tendrá una paleta de colores diferente a la de otra persona que es primavera clara. Se trata de una clasificación mucho más detallada y con un nivel de precisión mayor», insiste la experta.
¿Qué colores sientan mejor a cada persona?
Como norma general, Burgos manifiesta que a las personas de piel fría les sientan mejor los tonos fríos (plateado, gris, azul…) y a las de piel cálida los tonos cálidos (dorado, naranja, marrón…). «Sin embargo, es necesario analizar igualmente el valor (claro u oscuro) y la saturación (brillante o suave) para determinar, dentro de los colores de tono cálido o frío, cuáles son exactamente los que van a hacer que esa persona se vea luminosa y favorecida».
El hecho de que el cabello sea rubio o moreno es una característica que aporta información sobre el valor (claro u oscuro) y el hecho de que la piel sea fría o cálida nos habla del tono (frío o cálido). La experta señala que tendríamos todavía que observar la saturación (suave o brillante) para llegar a la decisión final, pero una persona de piel fría y pelo negro podría ser cualquiera de las tres variantes de invierno (invierno frío, invierno oscuro o invierno brillante), y cada una de ellas posee una paleta de colores específica.
«Por ejemplo, si esa persona es de piel negra fría y pelo negro, sabemos que es un invierno oscuro, igual que si es de piel clara y fría, pelo negro y ojeras muy marcadas. En cambio, una piel clara fría, pelo negro y ojos azul intenso sería invierno brillante, y los colores que mejor sientan a unas y a otra son diferentes», expone.
El color de los ojos
Los ojos también nos aportan información importante. Se puede observar la uniformidad en su color. «Si tus ojos son de un color liso y uniforme, tu saturación podría ser brillante, pero si son una mezcla de diferentes tonalidades, ese dato apunta a una saturación suave», explica Burgos. Además, debemos tener en cuenta si se trata de ojos claros u oscuros para determinar el valor y si su color es cálido o frío para evaluar el tono.
«Por ejemplo, el hecho de que unos ojos sean marrones no significa necesariamente que sean cálidos, pues existen tonos de marrón cálido y tonos de marrón frío. Cuando todavía no tenemos el ojo acostumbrado a discernir cálidos de fríos (que es, tal vez, la observación más complicada de todo el estudio), necesitamos recabar información de muchos elementos diferentes para asegurarnos de llegar a una evaluación precisa», expresa.
Y es que cuando nuestro aspecto potencia nuestra mejor cara, transmitimos una mayor autoridad y credibilidad, generamos sensación de armonía y resultamos físicamente más atractivos. Y a nivel de subconsciente, esto tiene un impacto muy poderoso en el modo en que otras personas nos perciben y se relacionan con nosotros.
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