Actuar rápido
El ACV (stroke o ictus) es una afección que provoca la pérdida de una función neurológica. Puede ser isquémico (lo que ocurre en la gran mayoría de los casos, cuando un coágulo bloquea una vía) o hemorrágico, cuando un vaso sanguíneo se rompe.
Tanto su prevalencia como su incidencia, mortalidad y letalidad crecen: representa la segunda causa de muerte en el mundo y la primera de discapacidad en adultos, según estadísticas del Instituto de Métricas y Evaluación en Salud (IHME), de los Estados Unidos. En nuestro país, es la 3° causa de muerte.
Un accidente cerebrovascular puede manifestarse con síntomas
como dolor de cabeza súbito y muy intenso, asimetría en la cara, dificultad para hablar, problemas en la visión y debilidad de una parte del cuerpo (el síntoma central es la caída de uno de los brazos al intentar levantar la mano).
La aparición repentina de tan solo uno de estos síntomas es motivo suficiente para hacer una consulta médica urgente, ya que hay altas probabilidades de estar sufriendo un ACV, en cuyo caso, cada instante cuenta: por minuto se pierden 2 millones de neuronas.
Recibir atención adecuada en las primeras 4 horas y media es fundamental para evitar secuelas y reducir el riesgo de muerte. Cuanto antes se produzca la atención, mejor será el pronóstico.
Una red eficiente
Ahora bien, como se subrayó en el encuentro al que asistieron expertos internacionales en ACV y más de 150 médicos -y al que Clarín asistió invitado por Boehringer Ingelheim-, para que el manejo del ACV sea exitoso deben darse una serie de condiciones, contempladas en el "código ACV", que incluyen la atención prehospitalaria (se conoce como pre-arribo), in situ, hospitalaria, y la post-atención.
• En primer lugar, es fundamental que el paciente o su entorno reconozcan los síntomas, y sean conscientes de que deben pedir ayuda, en lugar de "acostarse a ver si se pasa", una conducta errónea muy frecuente.
• Luego, sobreviene la solicitud de atención: según remarcaron los profesionales durante el encuentro, lo que debe hacerse en estos casos es llamar inmediatamente al servicio de emergencias, sea público o privado, ya que son quienes rápidamente podrán reconocer que puede tratarse de un ACV, y determinarán dentro de los centros que tratan ACV, cuál es el más cercano al domicilio.
• Atención y traslado: el personal podrá no solo confirmar el código, sino también intentar estabilizar al paciente, y obtener la información adecuada. El paciente y la familia deben saber que llegar en ambulancia al hospital permitirá que se vayan "ahorrando" pasos del interrogatorio, y que desde la ambulancia se puede también dar preaviso al hospital para que pueda brindarse la atención adecuada lo más rápido posible.
• Una vez que el paciente arriba a un centro especializado, idealmente debería ir directo al tomógrafo, donde se determinará el diagnóstico y el tratamiento de reperfusión adecuado: terapia trombolítica (para disolver el coágulo), que en algunos casos puede ser administrada en el mismo tomógrafo antes de trasladar al paciente, o una trombectomía mecánica, mediante la utilización de catéteres, en ese u otro centro.
• Por último, contar con un sistema de rehabilitación, darle continuidad a los cuidados, y poder realizar un registro de los datos y una evaluación de lo actuado, para poder mejorar los procedimientos y trabajar también en la prevención secundaria. ■
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