Todos los olvidos no significan lo mismo, pero algunos son socialmente feos. Antes, cuando olvidaba tres o cuatro nombres propios seguidos, me asustaba. Investigué, no es el Alzheimer es estrés. Digamos
Otra que está genial de Google desde hace unos años: aquella canción que te olvidaste cómo se llama, quién la canta y cuándo fue que la cantó. Entonces, le cantás al celular para que Google descubra cuál es la canción. Les recuerdo que además de quedar ridículos, es solo un programa y puede interpretar como "Estrellita, ¿dónde estás?", cuando estamos cantando a viva voz "I will survive" de Gloria Gaynor.
Y esa es la cuestión: hoy Google es lo que hace décadas era la máquina de calcular. Todos los padres de mi época decían a sus hijos:
"Si usás demasiado la máquina de calcular, ya no vas a poder hacer cuentas mentales por vos mismo". Y uno se preguntaba: ¿para qué la inventaron, entonces? ¿Por qué tengo que hace 317 dividido 12 y romperme la cabeza, cuando existe la máquina de calcular? ¿Acaso no están las máquinas para ayudarnos?
Bien; no sé cuánta razón había en el dicho, pero yo me encuentro hoy, para ahorrar tiempo, abriendo la calculadora para, por ejemplo, multiplicar 12 x 9. Mi hija, muy seria, un día me comunicó que cuando yo muera, antes que cerrar mis apps de Facebook o de Instagram, iba a borrar el historial de la calculadora, para que nadie se diera cuenta que no puedo hacer cuentas de dos cifras por mí misma.
Desconozco si le hacemos bien o mal a la memoria con estos artefactos: la calculadora, el Google. Por un lado, ahorramos tiempo -y una buena dosis de angustia- consultándolos y por otro nos quedamos en blanco delante de la tabla del 9. Me preguntó si el futuro será una humanidad estupefacta ante los números, los nombres o las canciones.
Clarín3 Jun 2024Escritora Patricia Suárez
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