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martes, 19 de diciembre de 2017
Horóscopo chino 2018: las predicciones de Ludovica Squirru Dari para el año del perro
El perro es el signo más humanista del zodíaco chino. Durante este año sabremos cuál es el sentido de la vida en el planeta que entre todos hicimos y destruimos, y pondremos en la balanza las prioridades del sentido sagrado de la vida, que pisoteamos, arruinamos, despreciamos en una de las fases más críticas de la historia de la humanidad.
Desde China −país altamente contaminante− y EEUU −con la mayor polución de dióxido de carbono (CO2) y fábricas de carbón, pozos petroleros, derroche energético− hasta los países más pequeños, todos tendremos que aprender a administrar los escasos y cada vez más limitados recursos naturales. Sin duda, el mejor amigo del hombre, el amoroso perro, nos guiará en las tinieblas.
Nuestro amigo el gallo de fuego, que fue sobre todo de riña y de picotazos en el talón de Aquiles, dejó un nuevo escenario para quienes se sintieron "intocables" en el Olimpo de las mafias enquistadas en el poder de cada región, país o universos paralelos. ¿Cómo seguir? Es imprescindible, fundamental, escuchar los consejos de un buen perro amigo, familiar, socio, pareja.
El olfato que han desarrollado para sobrevivir en este mundo contaminado es la llave maestra para que no nos desviemos del tao.
No habrá mucho por qué preocuparnos: el mundo cambió su moneda, su forma de pago; han caído los grandes paradigmas, y durante este año y el del chancho de tierra (2019) deberemos reinventarnos.
Retornará la familia como base para la sobrevivencia; los lazos cortados, interrumpidos, lastimados, agredidos encontrarán eco entre su propia tribu, ADN, árbol genealógico. Se abrirán las compuertas del corazón y las constelaciones familiares serán esenciales para recuperar vínculos profundos entre sus miembros.
Todas las ciencias humanistas estarán en auge; volverán los cursos, seminarios, las plazas, los espacios públicos donde se filosofará, se intercambiarán ideas para cuidar el medio ambiente, los nuevos programas educativos de escuelas y universidades en las que se integrará a la comunidad de los hombres a maestros, artistas en el arte de reinventarse y vivir con lo que ha quedado después de las últimas imágenes del naufragio.
Estará de moda comunicarse sin tecnología (habrá una estampida en la caída de computadoras, tablets, teléfonos celulares), aparatitos que han convertido a la gente en robots, y que los han alejado de su misión como cocreadores.
El perro de tierra es al pan, pan, y al vino, vino. No tiene segundas intenciones; su hiperrealismo no es mágico, es letal, contundente, avasallante. Nos trae nuevas enseñanzas, sin cuaderno, lápiz ni libros que ya son caducos para la nueva humanidad.
Es un amigo incondicional si siente que estás en el tao (camino), pero si te desvías te cobra peaje. Lo intangible e invisible también nos contamina y envenena. Es importante separar la basura degradable de la no degradable, ser socio de Greenpeace, no tirar plásticos en ríos, en el mar o en parques; pero lo más importante es desechar la energía shan, negativa, de tu vida.
No somos conscientes de la ola de maltrato que recibimos diariamente desde que salimos de casa a trabajar, cuando tomamos un colectivo, tren, subte, al ser ciclistas, peatones o conducir una moto o un auto. La ley de la selva está esperándote para darte un golpe maestro y si no tenés precaución o cuidado energético y real, podés ser parte de la noticia de policiales del día.
Por eso, en el año del perro debemos agudizar nuestro olfato, nuestra intuición, despertar el tercer ojo y los chakras para defendernos ante sorpresivos ataques callejeros, viales, o atentados, que están en expansión.
El planeta deberá retornar a su sanación a través de rituales ancestrales de los pueblos originarios. Buscar en las raíces de cada cultura los hitos, los episodios, las fechas en que por razones endógenas o exógenas se desnaturalizó el rumbo, el fluir de su comunidad, y sanarla.
Lo que cambiará la furia, la ira, el odio y el deseo de venganza que tienen los excluidos del planeta es más un ejercicio espiritual, humano, epistemológico, que político y económico.
La naturaleza estará en situación de emergencia; la deforestación, el saqueo sin control de bosques y selvas nativas deberán ser frenados para que sobrevenga el cambio, la reforestación, la preservación, el cuidado por parte de la comunidad, con enseñanza simultánea a los guardianes del medio ambiente.
La familia es responsable de dar el ejemplo: traer hijos al planeta dependerá de un compromiso social, espiritual y de salud holística.
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