Cuando vivimos llenos de culpa por situaciones de un pasado que ya no existe más que en recuerdos, debemos tomar firmemente la decisión de cambiar.
Al ser humano le encanta victimizarse y repetir mentalmente lo desgraciado que es.
La culpa destruye celularmente. Te hace ver tu momento presente de manera sombría y poco real.
La realidad es que en el aquí y ahora, vos no tenés nada que ver con aquella persona que fuiste ni con las decisiones que tomaste.
Somos responsables por las consecuencias de cada acto. Y si los efectos de nuestras acciones no son buenos, será un indicativo de que el cambio tiene que suceder bien rápido.
Podés transformarte tomando decisiones diferentes. Que tus errores te hagan crecer.
Tomá acciones que tengan que ver con tu coherencia del momento presente y no con la brutal ignorancia en la que viviste.
¿Para qué te sirve la culpa? Absolutamente para nada.
No te castigues más. Re-inventate. Sé la persona que querés ser. ¿Cómo? Comprendiendo de una vez por todas que sos un ser puro, de luz y amor.
Todos tenemos luz y sombra.
El hecho de que hayas expresado tu sombra en algún momento, no significa que tu luz no esté presente.
Es sólo una cuestión de determinación sobre cómo querés vivir el resto de tus días.
Pensá diferente, actuá diferente a aquella persona que ya no querés ser. Ama, ayuda, elegí una vida que te haga avanzar hacia lo mejor de vos mismo
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